El sabio prusiano Germán Burmeister visitó Tucumán en 1859. En su libro de viaje dedica largas páginas a describir nuestra provincia. La Universidad de Tucumán fue la primera en editarlas en castellano, en 1916, traducidas por Cesáreo Wessel, en el tomo titulado “Descripción de Tucumán”, con prólogo del doctor Ángel Gallardo.

Respecto de los animales silvestres tucumanos, apunta que el más común era la vizcacha, “calamidad para los pobladores, porque penetra durante la noche, con gran atrevimiento, en los corrales, hasta la cocina y las caballerizas”. Agrega que “el león puma era otro huésped desagradable; su presencia quedaba demostrada por la falta, de vez en cuando, de algún carnero de la majada; no hemos podido descubrir su guarida. Tenía en el próximo bosque de Laureles un refugio tan seguro, que era casi imposible descubrir allí su rastro. Como segundo ejemplar del grupo de los gatos me trajeron uno que habían muerto; era pequeño con manchitas, seguramente es el que D‘Orbigny denomina ‘Felis Geoffroyi’”.

No había podido conseguir ningún zorro, aún cuando lo había encargado muchas veces. “El hurón (‘Galictis vitiata’) y la comadreja (‘Didelphys Azarae’) eran los comunes representantes de los carnívoros: ambos persiguen con preferencia a las gallinas y a sus huevos”. Agregaba que “no he encontrado otros mamíferos de importancia; he cazado dos clases de lauchas, una de las cuales es la que tiene la cola más larga (‘Hesperomys eliurus’) y una ‘Cavia’, según parece ‘C. Leucopyga’; además, solamente un murciélago, un ‘Dsyopes’ chico, y he visto una vez un pequeño venado en el monte: tenía un color marrón colorado oscuro, probablemente ‘Cervus rufus’. Estos son todos los mamíferos que he conocido en Tucumán”.